8 de junho de 2011

Antonio Skármeta

Antonio Skármeta

Antonio Skármeta debe ser parte, junto a un reducido puñado de autores como Isabel Allende y Roberto Bolaño entre otros, del exclusivo grupo de narradores chilenos que han logrado con su obra alcanzar el reconocimiento internacional, tanto a nivel de crítica y premios como en términos de lectores, por lo que ha sido objeto de diversos estudios. 

Nacido en Antofagasta, Skármeta puede ser enmarcado en la llamada generación de 1960, junto a autores como Poli Délano, Fernando Jerez, Carlos Olivárez, Jaime Hagel y Mauricio Wacquez en la prosa, y Gonzalo Millán, Floridor Pérez, Claudio Bertoni y Óscar Hahn entre los poetas. Como casi todos ellos, vivió intensamente la agitación social, política y cultural de esa década, sumándose durante el gobierno de la Unidad Popular al Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU) y a diversas iniciativas culturales y sociales, desde la Reforma Universitaria hasta la revista La Quinta Rueda. De estos años son sus primeras incursiones en la literatura, con la publicación de sus colecciones de cuentos El entusiasmo (1967), Desnudo en el tejado (1969) y Tiro libre (1973), así como sus primeros éxitos, expresados en premios como el entregado por la Casa de las Américas de Cuba. 

Tras el Golpe de Estado que derrocó al gobierno de Salvador Allende, Antonio Skármeta decidió partir al exilio, donde continuó y ensanchó los horizontes de su actividad literaria. Allí se unió al nutrido grupo de artistas e intelectuales chilenos que trabajaron en tareas de solidaridad y que dieron forma a una rica experiencia cultural y literaria desde el destierro, de la cual formaron parte revistas como Araucaria de Chile, de la cual Skármeta fue constante colaborador. Radicado principalmente en Alemania Occidental, Antonio Skármeta asentó y profundizó su relación con el cine, una de sus mayores pasiones, realizando diversos guiones y películas, entre ellas Ardiente paciencia, y adaptando gran cantidad de obras suyas al séptimo arte, siendo particularmente fructífera su colaboración con el cineasta alemán Peter Lilienthal, con quien ya había trabajado en 1972. De su período en el exilio son sus primeras incursiones en la novela, así como algunas de sus obras más conocidas en Chile y el extranjero como Soñé que la nieve ardía (1975), No pasó nada (1980), La insurrección (1982) y Ardiente paciencia (1985). 

Tras el plebiscito de 1988 Skármeta decidió volver a Chile, dedicándose durante años a escribir artículos y columnas en diversas revistas y publicaciones periódicas, tocando temas que iban desde críticas de teatro hasta columnas futbolísticas. En la década de 1990, Antonio Skármeta fundó el taller literario “Heinrich Böll” en el Instituto Goethe, por donde pasaron muchos de los narradores jóvenes que hoy están en primera línea. También llevó a la práctica la idea de crear y conducir un espacio cultural y literario en la televisión de esos años de transición, dando vida al “Show de los libros”; programa que junto con recibir diversos premios nacionales y mantenerse por una década en pantalla, llegó a ser exportado a países de América Latina y Europa. Durante el gobierno del Presidente Ricardo Lagos, Skármeta se desempeñó como embajador en Alemania, continuando su labor literaria con títulos como La chica del trombón (2001) y El baile de la victoria (2003), que obtuvo el Premio Planeta de Novela.

Texto retirado de Memoria Chilena